VACAS VOLADORAS

Este panorama es soporífero y agotador. A veces fantaseo con desaparecer, afeitarme la cabeza y perderme en el silencio tibetano con Monike, mi amiga del alma. Alejarme de este tornado que va tomando fuerza gracias a la paciencia e inacción fruto de una sofisticada indefensión aprendida, y socialmente bien aprehendida, que hemos convertido en nuestra segunda piel.        La vida contemporánea se asemeja cada vez más a un tornado: un fenómeno que no distingue ni pondera, que arrastra con igual violencia lo bello, lo absurdo, lo esperpéntico, lo auténtico y lo previsiblemente trágico.

En medio de este vórtice, los actores principales no son héroes, ni virtuosos, ni sabios, sino caricaturas grotescas: líderes sin alma, ridículos narcisistas y corruptos sinvergüenzas con los que transigimos con pornográfica naturalidad y cinismo. Junto a ellos, flotamos nosotras —las vacas voladoras—, seres perplejos y desorientados que sobrevuelan un mundo al que le han robado su norte y su escasa capacidad volitiva. Las vacas voladoras nos hemos convertido en el elemento imprescindible de cualquier escenario turbulento en el que se prospera a base de mediocridad.

Vuelo siguiendo los designios de un tornado que encarna una distopía en la que se ha alcanzado el nivel más cutre de decadencia y tolerancia a la corrupción y en el que el desinterés se vende como neutralidad bajo la apariencia de una peligrosa vis cómica. La apatía inoculada en esa segunda piel es el resultado de la devastación provocada por este fenómeno meteorológico-social.

Me quiero marchar al Tibet con Monike. Raparme el pelo, rasurarme hasta el último atisbo de sorda indiferencia y recuperar la ilusión del silencio que desatan las preguntas esenciales; esas que brotaban ingenuamente en la Facultad de Educación; esas que nos conducen a lo que realmente importa y que, a base de ruido y turbulencia, ya no podemos hacernos con la calma debida. Sería el mayor acto de rebeldía para estas vacas voladoras que anhelamos retornar a una vida pacífica, significativa y sencilla, pero ciertamente poco eficaz para deshacer el nudo de la polarización que estos tornados dejan a su paso.